"No hay cosa más económica que rezar", replicó el cardenal Antonio María Rouco, eso sí, desde uno de los hoteles más lujosos de Madrid, el Ritz, cuando se le preguntó sobre los dineros (más de 50 largos millones de euros) que la Iglesia católica va a gastar en plena crisis en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid el próximo agosto. A su lado el gobierno con el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, el dirigente del PSOE, Álvaro Cuesta, los diputados del PP Jorge Fernández Díaz y Federico Trillo, numerosos eclesiásticos, entre otros el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, el obispo auxiliar de Madrid, Fidel Herráez y, ¿cómo no?, numerosos empresarios, colaboradores necesarios en la financiación de las jornadas eclesiales.
¿Por qué no nos alzamos si ellos son tan pocos, por qué tanto miedo a tan pocos, po qué se ennublan nuestros ojos?
En cualquier país los ricos son muy pocos, pero tienen un enorme poder. Indicador de este poder es lo que está pasando con la deuda pública y el apretarse el cinturón de las gentes. La gran influencia de los ricos sobre el Estado implica que sus impuestos han ido descendiendo durante los últimos 30 años (en España durante los últimos 15) de una manera muy notable, haciéndose cada vez más ricos debido a la sumisión de los gobernantes. Esta gran reducción de ingresos a los estados ha significado que estos han tenido que endeudarse, pidiendo préstamos a los bancos donde los ricos depositan e invierten su dinero. O sea que los ricos, en lugar de pagar al Estado (en impuestos), le prestan el dinero que han ahorrado al evitar pagar impuestos al Estado, el cual les tiene que pagar unos intereses. El sistema es perfecto para los ricos (y para los bancos donde los ricos depositan su dinero), transfiriendo así una gran cantidad de fondos del sector público a los ricos y a sus bancos, dice Vicenç Navarro.
Y la conclusión de los Estados sumisos, presionados por los ricos: Hay que apretarse el cinturón porque la deuda pública es grande, es decir lo que se debe a los propietarios de los bonos del estado es ingente. ¿Y quién posee esos bonos? El 55% lo poseen los bancos y entidades financieras españolas. Los bancos extranjeros tienen el resto. Los bancos europeos (y principalmente los bancos alemanes) tienen el 25% de todos los bonos y el 15% lo tienen bancos extranjeros no europeos.
La Banca española por lo tanto tiene la mayoría de los bonos del estado español, que no es el caso de Grecia, donde la mayoría de bonos (85%) los tienen las Bancas extranjeras europeas y muy en especial la Banca alemana, lo cual explica el pánico de la Banca alemana a que Grecia se declare en bancarrota, porque en este caso tendrán problemas para recuperar su dinero.
En el Estado español la situación es muy diferente. La mayoría de la deuda pública la tienen las instituciones financieras españolas. Y el gobierno español toma sumisamente medidas contra las gentes debido a la presión de los bancos, sobre todo de los bancos españoles que son los que mayor deuda han comprado. Los mismos bancos españoles que causaron la crisis ahora son los mismos bancos que exigen enormes sacrificios a las clases populares del Estado español para que se les paguen los bonos, unos bonos a unos intereses exagerados e inflados, que es una enorme transferencia de fondos públicos del estado (incluido del estado del bienestar) a los bancos y todo ello con el beneplácito del Banco de España y del Banco Central Europeo, que en realidad más que agencias reguladoras son lobbies para la Banca nacional e internacional.
Porque el Banco Central Europeo protege sobre todo a los bancos, no a los estados y sus ciudadanos. Recordemos que el El Banco Central Europeo presta dinero a los bancos a unos intereses bajísimos (un 1%) para que compren bonos del estado (a un 6% en España). Un negocio espectacular y redondo. Mientras, el crédito para las gentes brilla por su ausencia: no está, ni se le espera. Y todo ello con la aprobación y sumisión de los gobiernos. Para más INRI el dinero que les presta el Banco Central Europeo es dinero público porque es una institución pública. Son datos que nos aporta Vicenç Navarro en sus trabajos.
En estas circunstancias el Estado español, arrodillado ante el empresario, ha arrojado a la papelera al trabajador, lo ha devaluado y denigrado. Es colilla que se tira. Estado, gobierno e instituciones se han convertido en camarilla, en lucro de pocos y explotación de muchos. Quieren que nos sintamos de menos, quieren rebajar nuestro valor. Se reúnen con los pocos para explotar y saquear a los muchos. En sus encuentros no hay cabida para los afectados, los trabajadores y los críticos, para quienes reclaman dignidad y análisis, para los insumisos, para los que alzan el puño. Porque, en definitiva, saben que los ricos son ellos pero los fuertes somos nosotros. Que nosotros poseemos la democracia y ellos son dictadura y policía.
Este sábado se constituyen los ayuntamientos y las juntas forales y en Euskal Herria hay brillo en los ojos de las gentes. Bildu trae cambio, estilo de trabajo compartido, de grupo con su eslogan de “el mejor alcalde el pueblo”, rebeldía e insumisión. Quiere hacer del ciudadano fuente de vida e ingenio, compañero valioso, imprescindible su voz en la construcción de la ciudad y la sociedad solidaria. Bildu es invitación a dar vuelta al calcetín que nos quieren calzar. Un trabajo comunal y de los muchos. Suerte.
Mikel Arizaleta