2013/05/06

Juan Cotino y Rodolfo Ares

Unos documentos revelados por el periódico GARA, un DVD titulado “Íñigo Cabacas, crónica de una herida abierta” de Carlos Trijueque y el programa “Salvados” de Jordi Évole del 28 de abril nos han puesto ante los ojos en bandeja de plata la indignidad de dos gobiernos, del PP uno y otro del Partido socilista de Euskadi, y de dos hombres mendaces e indignos: Juan Cotino y Rodolfo Ares.

Íñigo Cabacas fue asesinado por la Ertzaintza una tarde de fútbol y celebración en una calle de Bilbao de un pelotazo cercano y, como se comprueba, sin que mediara lío o revuelta. Fue una orden policial y malévola dada desde lejos: “entren con todo, entren a la herriko”, ante la queja del policía  presente que dice no haber motivo y se resiste. Total un muerto, Íñigo Cabacas, un joven que cae gravemente herido y al que se impide que sus compañeros le auxilien. Muere a las pocas horas. Se duda de la causa por parte de los responsables, luego el forense certifica: “no hay duda, fue un pelotazo de policía”; manifestaciones y comunicados de la autoridad, sarta de mentiras del Consejero de Interior Ares; un gran silencio de gobierno; una Ertzaintza que persigue, acosa y rastrea hasta la minucia cuando son huellas de joven revoltoso, reivindicativo, insumiso y rebelde y, sin embargo, es incapaz de detectar la viga entre los suyos, de deletrear a quiénes participaron en el peloteo y causaron la  muerte de Íñigo Cabacas. Y Ares, a juicio de los padres, al igual que Juan Cotino, ofreciendo pasta por silencio. Política de mafia. Los policías callan, mienten, borran huellas, dificultan la investigación. Se comportan como colaboradores de la opacidad. Y todo ello con permiso y colaboración del Consejero Sr. Ares y la vista ladeada y en la punta del zapato del entonces lehendakari  Sr. López y del actual Sr. Urkullu. Tanto monta, monta tanto, fue lema de reyes antiguos.

Los documentos revelan la realidad: un montaje de mentira, descubren que se sabía desde el inicio la causa y los causantes. Se mintió, se fingió, se tapó, se humilló, se culpó a otros. Todas esas marranadas a las que nos tienen acostumbrados esta cuadrilla de mangantes en la que se están convirtiendo bastantes de nuestros gobernantes, fiscales, policías y jueces. Gente indigna para ocupar un cargo, y que se convierte en pregunta: ¿a quién votamos cuando votamos.


El “Salvados” de Jordi Évole del 28 de abril dedicado a las Víctimas del Metro de Valencia, accidente ocurrido el  3 de julio de 2006, en el que mueren 46 personas y 47 quedan heridas, algunas muy graves, no tiene desperdicio:  es un monumento a la alcantarilla política, un documento – en palabras de Manuel Vicent- “en la que está representada toda la Espña cañí, parte de la España negra, de la gris y de la dorada”. Y de maestro de ceremonias el actual Presidente de las Cortes Valencianas, otrora quien fuera director general de la policía a las órdenes del Ministro Jaime Mayor Oreja y, para más señas, soltero y miembro de la secta Opus Dei. Eso sí, de misa diaria, ése que es y no es a la vez. Un don nadie al desnudo con bastante basura en su vida.

Ambos documentos merecen la pena tenerlos colgados en la pared cerca de un espejo para, al visionarlos, vernos de frente y preguntarnos: a quién votamos cuando votamos. Juan Cotino y Rodolfo Ares dos hombres de basura y alcantarilla humana, indignos de ostentar representación alguna en una sociedad con cierta decencia. Y porque son gente sin escrúpulo echarlos es nuestro deber.

Mikel Arizaleta.

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