2013/08/16

Jone Artola, la txupinera del 2013 de Bilbao


Sobre mi mesa de trabajo un libro leído y releído, “¿Por qué los alemanes? ¿Por qué los judíos? Las cosas del holocausto” de Götz Aly, y otro iniciado, El escarmiento de Miguel Sánchez-Ostiz en su ya segunda edición. Y una constatación, luego de ambas bestialidades humanas aquellos sucesos, desmanes, venganzas, odios, ensañamientos morales, justificaciones larvadas, complejos… tan descerebrados no están cerrados ni arrojados para siempre de la historia, aquellos hombres, que nos precedieron, en parte nos engendraron y parieron y recorrieron parecidos caminos de polvo, asfalto y margaritas, no fueron o son tan distintos de nosotros. ¡Vaya, que los casos y sucesos se pueden repetir, se están repitiendo!

El delegado del estado español en Euskal Herria, el Sr. Urquijo con su tricornio de plata en su mesa y su larga historia parda de tropelía verde a su espalda, viene a recordarnos aquellas fiestas de guerra, iniciadas por su antepasados en aquel agosto del 37 en Bilbao, tras su entrada en el Botxo:

“Dos meses escasos desde que las tropas franquistas entraran en Bilbao, su Ayuntamiento en colaboración con Falange Española Tradicionalista y de las JONS.,  decidieron celebrar las fiestas de Agosto, unas fiestas que no limitaron sus fechas a la tradicional “Semana Grande”  sino que fueron prolongadas hasta el doce de septiembre. Se abrieron con la   presencia de la esposa de Franco y cerraron con la del Cardenal Gomá.

La programación de los actos corrió a cargo de la Delegación del Estado de  Prensa y Propaganda.  La prensa bilbaína  de entonces,   “La Gaceta de Norte” y “El Pueblo Vasco”, reproducían en sus páginas, los  homenajes, procesiones, desfiles,   festejos taurinos, estrenos en los cines y la cartelera teatral del  Arriaga.  Unos actos que manifiestan y  nos dejan ver a las claras un régimen  caracterizado por  un  nacionalcatolicismo  represivo y rayano en lo sacrílego.

Espectáculos y actos programados estaba encaminados  a que: “el pueblo de  Bilbao exteriorizara sus sentimientos de lealtad a la Patria y de adhesión y reconocimiento al Ejército salvador y al mismo tiempo sirvieran  de desagravio y penitencia a los actos  perpetrados  en el periodo rojo-separatista”. Mientras duraran las fiestas se engalanarían e iluminarían el Paseo del Arenal y la Gran Vía, los edificios públicos y las torres de Santiago y Begoña, “iluminación realizada con el  generoso desprendimiento de la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica”.

Al  día 15 solemnidad de Nuestra Señora,   se le daba  un carácter especial de  desagravio por el  expolio sacrílego que había sufrido la imagen de la Virgen de Begoña, procediendo  a coronarla  de nuevo.  El representante del Vaticano Monseñor Antoniutti fue el encargado  de recitar las preces del ritual, recibiendo  las coronas de las imágenes de la Virgen y el Niño de manos de la esposa del Generalísimo,  invitada por el Ayuntamiento bilbaíno para la ocasión.  

También  se considero oportuno establecer días señalados para celebrar acontecimientos    y rendir tributo y homenaje a quienes habían contribuido y seguían haciéndolo por el triunfo del alzamiento. El comienzo de las fiestas sería  anunciado con las músicas de una gran Retreta Militar que pasearía  por  las principales calles de Bilbao  repitiendo  su  recorrido en la fecha  que finalizaran  las mismas.

Asimismo, la Sociedad Coral  con la orquesta y banda municipal  darían cuatro conciertos, dos en locales cerrados y otros dos en el Arenal. Diariamente actuarían  en el Paseo del Arenal las  bandas de la Falange y el Requeté de Pamplona invitadas a las fiestas, la banda de Tolosa y la de Falange Española Tradicionalista y de las JONS   de Bilbao.

Se destinaban tres días a suscripciones  públicas,  en beneficio de Asistencia de Frentes y Hospitales, Auxilio Social, Santo Hospital Civil y Santa Casa de Misericordia.

El Ayuntamiento manifestaba su confianza de “que todo el vecindario colaborará con entusiasmo a los patrióticos propósitos que quiere la organización de los festejos procurando exteriorizar en toda hora su adhesión a la Patria y al Ejército para que nuestros soldados puedan con estos agasajos y manifestaciones  de admiración y cariño aliviar las muchas penalidades y sufrimientos para crear la España UNA, GRANDE, y LIBRE  a la que todos debemos dedicar nuestro pensamiento”.  Lo firmaba: LA COMISION. 


Por cierto, finiquitadas con aquella primera Bilbao Aste Nagusia de la historia de la posguerra de 1978, organizada por la mítica Primera Comisión de Fiestas, al grito de “¡Hagamos populares las fiestas de Bilbao!”, hasta entonces secuestradas por la derechota, tras 42 años de dura dictadura.

A la txupinera del 2013, a Jone Artola,  y con ella al pueblo de Bilbao en sus fiestas este viejo delegado, recordatorio perenne de tiempos pasados, de imposición y guerra, de delegados de recorte de derechos, de exaltación de la barbarie y sumisión, censores de libertades, le quiere recortar las alas.

¡El Sr. Urquijo con su vara de  escarmiento es un mal presagio hasta en fiestas en un día de sol y fiesta en el Botxo! Pues eso, el otro día leía en la puerta del campo de concentración de Dachau: Die Arbeit macht frei, o en boca de Miguel Sánchez-Ostiz en El Escarmiento: “Sirva de aviso”.

Mikel Arizaleta

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