2009/05/06

¿La guerra de las fotos?

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Parece ser que después de la guerra de las banderas, (culminada estos días con la roja y gualda en Gernika), ahora ha comenzado la guerra de las fotos. Primero fueron a por Arrasate. Ahora según El Correo, "
La Asociación Dignidad y Justicia ha denunciado recientemente la existencia de este tipo de carteles en 14 municipios del País Vasco y Navarra. En concreto, la asociación de víctima los sitúa en las localidades guipuzcoanas de San Sebastián, Rentería, Hernani, Oiartzun, Ibarra, Usurbil, Zaldivia y Azpeitia, y en las vizcaínas de Lekeitio, Ondarroa, Bilbao, Amorebieta y Elorrio. También incluye una pintada de la localidad navarra de Echarri Aranaz." 

Pero no contentos con los lugares públicos, ahora entran en las casas a las 3.30 de la madrugada para quitar las fotos de sus familiares los balcones. 
Y todo ello, como se ve en la imagen, vestidos para la guerra, con capuchas, uniforme completo, armas...y casi siempre de noche, a escondidas, con el comportamiento propio de un delincuente o un invasor. Y es que están atacando uno de los temas más sensibles para este pueblo, como son los presos y las presas.
La otra cruzada es contra los nombres de gudaris en calle y plazas. 
La guerra de los símbolos está en su apogeo. Acabarán prohibiendo hasta el lauburu, como con Franco (Y no digo la ikurriña porque en Nafarroa ya está prohibida)

Los símbolos son importantes para mantener viva la memoria colectiva de un pueblo, y lo saben.Todo ésto es parte de lo que llaman "normalización política". Esconder los problemas debajo de la alfombra para que no se vean, y ¡alehop! desparecen.
Sin embargo también saben que tras cuarenta años de calles como General Mola, Plaza de España o Avenida de José Antonio Primo de Rivera; después de cuarenta años de prohibir la ikurriña, canciones, mapas, nombres y esconder la historia de Euskal Herria, no hemos perdido la memoria ni la identidad. Que no se equivoquen una vez más con este pueblo. Nuestros símbolos siguen vivos. Nuestros presos y presas son nuestra familia. Y llegará el momento en que en esos balcones no estarán sus fotos sino ellos mismos.

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