Mikel Arizaleta
A finales de mayo del 2011 Ascensión Badiola presentó como aperitivo de un trabajo suyo de más envergadura, el libro: “Cárceles y campos de concentración en Bizkaia (1937-1940)”, rompiendo un espeso silencio de medio siglo. Nos recordaba que la actual Universidad de los jesuitas de Deusto se convirtió entre 1937-1940, tras la toma de Bilbao por Franco y su putsch, en un gran campo de concentración de 5000 hombres, muriendo dentro de sus muros por lo menos 187 por hambre, enfermedad y abandono.
Hoy, mediante otro libro: “Prisioneros en el campo de concentración de Orduña (1937-1940)”, el periodista Joseba Egiguren nos relata el penar de unos 50.000 hombres, encerrados en un campo de concentración y como dice uno de ellos ya en la primera página, Tàrio Rubio, por “luchar contra Franco con la esperanza de lograr un mundo mejor, un mundo más libre. Defendí los valores de la República en una guerra fratricida provocada por los fascistas, que dejó millares de muertos, heridos, exiliados, prisioneros y mucha destrucción. Me cogieron en el frente de Aragón y padecí los rigores de cuatro campos de concentración y siete prisiones, pero Orduña fue el más cruel e inhumano de todos ellos, principalmente por la brutalidad de los guardianes que lo custodiaban. Nos trataron como a bestias”. En realidad los prisioneros estaban al servicio del jefe de campo, que era quien imponía las condiciones de vida. El de Orduña fue El Manco: “Estaba loco. Iba siempre con el garrote en la mano, salía de su oficina furioso, gritando como un energúmeno, insultándonos, y se liaba a golpes con el primero que encontraba en su camino. Desgraciadamente mató a más de uno, a garrotazos. Era la persona más salvaje y despiadada que he conocido en mi vida”.
Seguir leyendo