La tesis, tan repetida también por algunos en este foro de que: “Nada legitima la violencia”, yo creo que es falsa e hipócrita, lanzada desde el poder y aventada desde el acomodo, como mínimo no es clara, ni está ratificada por la historia hasta nuestros días y, por lo visto, tampoco en nuestros días. Es a lo más un deseo de futuro.
“La primera baja del terrorismo de Estado suele ser la corrupción del lenguaje, la invención de eufemismos mediante los cuales las palabras significan lo contrario y los eslóganes encubren delitos graves: Ya no existe consenso universal para condenar los crímenes contra la humanidad. Se debe a que los asesinatos y matanzas masivas garantizan la “confianza” del inversor, pues se despoja a los indígenas de sus tierras para que se puedan explotar las minas; desaparecen los trabajadores de las empresas petrolíferas para que el petróleo corra; y la prensa económica internacional elogia el éxito del Presidente en la “pacificación del país” [i].
Sin complejo son muchos los Estados y gobiernos poderosos que recurren a la guerra, al chantaje, a la guerra sucia, al soborno, al secuestro, al terror.... El Estado, el ejército, la policía, el Parlamento son violentos, ejercen la violencia y practican la guerra sucia (en Euskal Herria acumulamos una larga experiencia sobre el tema). El Estado violenta a los ciudadanos mediante sus instrumentos, sobre todo a los más débiles. ¿Por qué creen, sin ir más lejos, que muchos trabajadores no hicieron huelga el último 29, que muchas tiendas no se cerraron...? Sin duda por miedo a quedarse en el paro, a ser despedidos, a represalias de patronos. El despido y la contratación los han puesto de salida a un 50% de rebaja. Y se impone el acatamiento. Es la violencia coercitiva, que amenaza y paraliza. Es el grito de sumisión, que trenza el poder fáctico. El gobierno legisla en favor de los poderosos y la policía –a la que denominan fuerza del orden- hace cumplir las leyes de explotación. ¿Qué son las guerras, qué las invasiones, qué las amenazas, qué la invasión de Irak o Afganistán en la que tan implicados están nuestros gobiernos y partidos? Una vulgar repetición de un saqueo violento del medioevo ¿Acaso sus muertes son distintas a las nuestras? ¿Pero a qué jugamos? ¿Por qué se recibe al soldado muerto en la guerra de invasión como héroe y se penaliza el recibimiento de un preso por la liberación de un pueblo oprimido como acto de terrorismo?
No veo yo que la práctica política hasta ahora por parte de los Estados sea una ratificación de la tesis enunciada; tampoco observo que entre los ciudadanos activos de los países invadidos o atacados esté tan claro el que no haya que luchar violentamente contra la violencia del Estado. Tan sólo veo que la situación que viven es dura, lastimosa, profundamente inhumana. No es esa la conclusión de la resistencia irakí, la de Palestina, la de... tantos sitios, la de pueblos puteados, entre otros, por quienes sostienen estas tesis como nuestros gobiernos. Más bien me parece una tesis de estados violentos y guerreros, que buscan que su violencia sea impuesta sumisamente, una violencia sin respuesta. Puede iluminarnos el caso de Irán e Israel y la postura de los gobiernos y organismos ante el mismo: frente al primero agresión, ante el segundo sumisión. “Parece que las declaraciones demenciales sobre Oriente Próximo van en aumento, respaldadas por algunos despliegues militares bastante siniestros”[ii].
¿Por qué pedimos la disolución de las fuerzas que violentamente se oponen a la violencia del Estado y no exigimos con mayor razón y exigencia la disolución de los Estados que ejercen la violencia? ¿Por qué la voluntad de los catalanes, por poner un ejemplo menos comprometido, es de menos rango que la indisoluble unidad de España? ¿Por qué la unidad de España convierte en papel de water la decisión del pueblo catalán?
Nos advertía Fidel Castro en “Saber la verdad a tiempo”: “No albergo la menor duda de que tan pronto las naves de guerra de Estados Unidos e Israel ocupen sus puestos ―junto al resto de las embarcaciones militares norteamericanas ubicadas en las proximidades de las costas iraníes ― e intenten inspeccionar el primer buque mercante de ese país, se desatará una lluvia de proyectiles en una y otra dirección. Será el momento exacto en que se iniciará la terrible guerra. No es posible prever cuántas naves se hundirán ni de qué bandera”[iii].
Es profunda mentira que el ciudadano y no el interés y la rapiña sea el gozne de la política de nuestros gobiernos.
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