2012/04/16

YA NO ME CALLO: ARES, MENTIROSO ¡DIMISIÓN!

(Patxi Bengoa)

Ni accidente, ni desproporción. Tampoco ha sido un abuso policial, ni un incidente, ni mucho menos un desgraciado y grave suceso: ha sido un asesinato. Hace hoy siete días que Iñigo murió en el hospital de Basurto. Tuve la suerte de no estar presente el día que cayó mortalmente herido frente a la peluquería que hay entre tu denostada taberna Kirruli y otro bar donde Iñigo celebraba la victoria de su Athletic. Porque podría haber sido cualquiera: tú, yo, mi sobrino, un empleado de uno de los bares, tu hija, o el primo del ertzaina que se tapaba los ojos en la rueda de prensa en la que expresabas tu dolor y trasladabas explicaciones imposibles a la opinión pública, parapetado en una enorme comisaría de Erandio.

Empezaré por lo fácil: aplaudir tu decisión o la de tus subordinados, para no impedir la concentración que los amigos de Iñigo habían convocado y que comunicaron en la comisaría de Zabalburu con 2 horas de antelación el pasado lunes. A pesar de ello, cuando la responsable policial salió a hablar con la persona convocante, añadió a su deseo de que “somos los más interesados en que se esclarezcan las cosas”, un curioso “tened cuidado, porque váis a sitios peligrosos”. Prueba de la lógica paranoide que se ha instalado en el modelo policial del que tú eres el máximo responsable. La policía municipal cortó el tráfico, y la ertzaintza se quedó a 300 metros, tras ellos, lo que impidió que su presencia fuera interpretada por cientos de personas como una provocación, quitando presión a la caldera.

Ya el martes, Dani Álvarez (portavoz comunicativo) por la mañana y José Antonio Pastor (portavoz parlamentario) por la noche, citaron la misma expresión “sacar tajada” para referirse a la izquierda abertzale, por pedir tu inmediata dimisión. Ni ellos ni tú, que os erigistéis en dudosísimos portavoces del significado del silencio de la familia, obviaban que junto a la portavoz de los amigos de Iñigo, también militantes de la izquierda abertzale acallaban los gritos de dolor para respetar lo pedido por familia y amigos, y atendían a las dos personas que se desmayaron durante el acto. Sin policía, ni ambulancias. Y seguro que todo eso lo habéis visto en los videos de youtube y en los vuestros propios. Pero tus portavoces prepararon el terreno para que pudieras , al día siguiente, llamarnos carroñeros.


El martes, en tu comparecencia de dieciséis minutos, citaste desde el principio la taberna fuente de todos los males. Obviaste las declaraciones de una ciudadana de Málaga, a la que no podrás encuadrar en ambientes radicales, guardaste un clamoroso silencio sobre las informaciones que ya tenías e intentaste con poco éxito sembrar la duda con indicios como una porra extensible, con que si había una pelea y Iñigo pudiera estar implicado o ser víctima de esa pelea, en vez de la brutalidad e impunidad policial. No sabemos ni dónde apareció la porra (¿no lo recuerda el ertzaina que la incautó?), ni si tenía huellas dactilares (¿de Iñigo?) y no hay ADN que pruebe si había sangre de la víctima, o grupo sanguíneo ninguno que te valiera para descartarla como indicio. Lo hiciste tan mal, y logró tan escasa credibilidad, que al día siguiente conseguiste una entrevista en eitb para arreglarlo, y forzaste aún más tu comparecencia en la comisión de justicia e interior del parlamento, a petición propia, para no dar la impresión de que acudías obligado por la oposición.

Personalmente me recordó la patética comparecencia de Ángel Acebes, intentando culpar a ETA de los atentados de los trenes en Madrid en el 2004, afirmando que la dinamita era robada en Francia, y que los versos coranícos hallados por la policía en una furgoneta podían adquirirse en cualquier gasolinera.

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Imagenes de impactos de pelotas de la Ertzaintza en el callejón de Kirruli Kultur Elkartea

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