En Febrero
de 2010 falleció Jon Etxeandia. Recientemente hemos tenido la oportunidad de
recibir una carta escrita por Josu Amantes "Txirlas" desde prisión a
Jon Etxeandia en el primer aniversario de su muerte. Ahí va:
Kaixo Jon, gudari maitea :
Ha pasado un año desde que te fuiste y todavía no he
podido digerir tu ausencia. Supongo que eso es debido a que los grandes como tú
seguís vivos en nuestra memoria, en nuestras conversaciones, en nuestras risas
y en nuestros llantos, así que tendré que aprender a vivir con ello.
Te marchaste en
silencio, como no queriendo molestar, sin darnos tiempo para despedirnos, y
dejando entre nosotros una sensación de vértigo e incredulidad que todavía hoy
me estremece cada vez que, barajando recuerdos, aparece el tuyo.
Sí, Jon, gudari maitea. Ha pasado todo un año desde
que te fuiste, y, sin embargo, tu voz sigue resonando en mi interior como si
nuestra última conversación telefónica, aquella en la que hablábamos del nuevo
e ilusionante escenario político que se vislumbraba en el horizonte de
Euskal Herria se hubiese producido ayer mismo.
Estos han sido unos meses de intenso dolor. Dolor por
el compañero. Dolor por el amigo. Dolor por el hermano perdido, pero también
marcados por el orgullo de quien se considera un privilegiado por haber podido
recorrer a tu lado un tramo de este camino tan tortuoso unas veces, pero tan
gratificante otras.
A lo largo de estos meses he recordado a menudo tu
temprano despertar al proceso de liberación nacional y social que se estaba
desarrollando en Euskal Herria, así como tu entusiasta aportación al mismo.
Pese a tu juventud, supiste dónde querías estar, cuál
era tu sitio en ésta cadena que conformamos tantas y tantas personas, y optaste
por tomar el camino más difícil, aquél que te llevó a conocer las mazmorras de
numerosas cárceles españolas, tras haber padecido 10 días de tormento a manos
de los siervos de éste Estado vecino que todavía nos oprime.
Y a pesar de los palos. A pesar del destierro, no
consiguieron doblegarte. Saliste de prisión siendo tú, pero más grande todavía.
Volviste con la cabeza alta y la dignidad entera, y eso, para tus enemigos, era
algo imperdonable, tanto, que te devolvieron a los tuyos herido de muerte.
Aun así, tuviste tiempo para seguir aportando tu
granito de arena, para hacer nuevos amigos y para regalarles a todos esa
sonrisa tímida que reflejaba tu humildad. Esa sonrisa que te acompañará en el
infinito, y que quienes te quisimos, quienes te queremos, recordaremos siempre.
Jon, gudari maitea. Ya sé que soy un plasta, y que
cada vez que te dedico unas letras, éstas rezuman tristeza y dolor, pero no lo
puedo evitar.
Será porque me resisto a aceptar que el día en el que
deje atrás estos muros, tú no estarás esperándome en el lado de la libertad.
Quizás sea la angustia que me genera el saber que ya no podré abrazarte, ni
compartir contigo confidencias, horas robadas al sueño, miedos e ilusiones.
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