2012/12/17

En recuerdo agradecido a Txomin Ziluaga

Dice Alberto Cortez que “cuando un amigo se va…” compuso a la muerte de su padre, que fue para él su mejor amigo. Alberto Cortez dice en su canción que:

Cuando un amigo se va 
queda un espacio vació 
que no lo puede llenar 
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va 
queda un tizón encendido 
que no se puede apagar 
ni con las aguas de un rió.

Cuando un amigo se va 
se queda un árbol caído 
que ya no vuelve a brotar 
por que el viento ha vencido.

Y Koldo Campos escribe

Hay vidas que, de muertas, sólo son biografías, ambiguos prontuarios de cuentos y de cuentas, acaso un mal habido patrimonio y algunos herederos peor hallados, un perro que les ladre dolientes titulares, un alcalde de encargo, un cardenal de oficio y un par de funerales.
Pero apenas la tierra se sume al homenaje y los gusanos rindan honores al difunto, de aquel ilustre muerto va a quedar, si me apuran, la misa aniversario con que la Iglesia reconforta el luto mientras la viuda quiera pagar los honorarios, y una lápida triste que recuerde un olvidado nombre y un extraviado año.
Son vidas que se pierden en el tiempo sin un beso en la espalda ni una mano en el pecho, infelizmente muertas.
Hay muertes que, de vivas, nos dan las buenas horas, nos lustran la sonrisa, nos atan los zapatos con los que andar el día, nos rondan y nos cantan los sueños que aún amamos.
Son muertes tan poco moribundas que siempre están naciendo y así no tengan visa para el cielo o el aval de la ley para la gloria van a seguir estando con nosotros, memoria que respira y pan que se comparte, dichosamente vivas, como la de nuestro Txomin Ziluaga.

Mikel Arizaleta, 16 de diciembre 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario