... La crisis que nos envuelve, nos tortura, nos encabrita, nos zarandea, nos escupe y nos hace pensar nos ha abierto en canal el mundo en el que vivimos. Y las instituciones y gobiernos se nos ofrecen limpios de polvo y paja: como servidores de intereses de otros, no de sus gentes y de los conciudadanos. Han convertido al banco en parlamento y al trabajador, al obrero, al currela, al ciudadano en trapo de zapatos. Mandan a sus tropas contra quien reivindica en la calle y protegen con nuestros bienes al saqueador. Las instituciones políticas como sucursales y comerciales de la banca convirtiendo al ciudadano en colilla y en un te callas.
También el 29 de marzo, la huelga general, el puño en alto de las personas dignas debe marcar un antes y un después: Un día de dignidad y solidaridad, una fecha de inicio de recuperación de la institución como foro y encuentro de ciudadanos, de espacio con densidad social, de desalojo de mercaderes.
“… gran parte del endeudamiento público es resultado de políticas públicas erróneas y del rescate escandaloso de los bancos y el sistema financiero... El sector financiero causó el derrumbe de los mercados financieros lo que provocó la crisis económica, desempleo masivo, pobreza y exclusión social, y como consecuencia aumentaron los gastos públicos de los Estados para frenar la caída económica y se han reducido los ingresos fiscales, todo ello ha agravado el déficit; el “golpe de estado financiero” de la UE y la “dictadura de los bancos y las multinacionales, que juntos con los tecnócratas de la Comisión Europea, no elegidos democráticamente, y los gobiernos de la UE imponen políticas económicas y fiscales injustas y que sólo transfieren dinero de los contribuyentes a los bolsillos de los banqueros y el gran capital privado”, clamaban activistas y profesores de diversos países.
Se vive una vez y como en la vida de Sartre, de Beauvoir y de tantos y tantas hay una fecha que puede marcar un antes y un después de dignidad y solidaridad.
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