Dos días después de su inauguración, el servicio de lanzadera que iba a unir Galdakao con la estación de metro de Etxebarri sigue suspendido por orden de la Diputación. Los vecinos de la localidad vizcaína piden hoy que los responsables de la institución foral y de Metro Bilbao lleguen a un acuerdo para que se restablezca cuanto antes el recorrido de los autobuses.
Los entendidos describen la cómica situación como una pelea barriobajera entre el PSOE del Metro y el PNV de Diputación.
Harald Martenstein me leyó el manifiesto político, que acababa de redactar.
“Si antes de las elecciones se dice que, si nos votáis, vamos a coger a todos los pollos, que andan sueltos por la calle, y pintar sus picos, ese partido, si gana, debe comenzar de inmediato a pillar y pintarlos. Puede parecer algo sin sentido, puede parecer una tontería, pero no: es democracia en acción, cumplimiento de de palabra prometida. Si otro dice: “Votadnos e introduciremos el comunismo”, ese partido, en caso de victoria, debe iniciar sin tardanza la reconstrucción del comunismo. Pero si, tras las votaciones, en lugar de instaurar el comunismo comienza a cazar los pollos, que corretean libres por la calle, yo me preguntaré, ¿pero quién es éste, a qué viene eso?
Dos. Cuando la situación es mala, el gobierno debe decir que “la situación es mala”. En el caso de que el gobierno no quisiera hablar sobre determinadas cosas, debiera emitir un comunicado del siguiente tenor: “Consideramos inteligente no hablar de momento sobre determinadas cosas”. Si algo no saben, deben decir: “No sé”. De un gobierno así uno se fía.
Tercero. El gobierno debe dar a entender que no se considera ni inteligente ni tonto. Porque uno percibe y se da más cuenta de lo que se cree.
Cuarto. Cuando se le pregunta algo al gobierno éste debe responder de manera normal, como los demás.
Quinto. Los miembros del gobierno deben tener amigos y amigas, deben entenderse bien y estar agusto con ellos. Pero si un amigo o amiga va y les pregunta si con ayuda de una nueva ley le pueden hacer un favor, los miembros del gobierno deben responderle claramente: “No”.
Seis. Si algo funciona dejar, no hay por qué cambiar. El gobierno debe introducir cambios y reformas cuando algo no marcha. En lo demás manos fuera. Si la cosa va más o menos bien es mejor no intervenir.
Siete. El gobierno nunca debe hacer o no hacer algo para que se le aplauda o para obtener votos. Debe hacer si lo considera justo y necesario. Si hace algo erróneo para aplauso fácil, antes o después se verá que hizo mal. Si hace algo justo y es castigado por ello, el tiempo demostrará que hizo bien.
Ocho. No hay por qué que complicar siempre las cosas ni, tampoco, por qué hacer todo más sencillo y más fácil, ni todo más rápido. Continuamente se inventan cosas nuevas que supuestamente ahorran tiempo, por ejemplo el lavaplatos. ¡Si cuando los lavaba a mano disponía de más tiempo que hoy! ¿Qué quiero decir con esto? No sé. Pero sé que no hay por qué complicar todo.
Nueve. El gobierno nunca debe prometer que la cosa va a ir mejor. Ni tampoco debe intentarlo. El 65% de los intentos por mejorar fracasan. Debe concentrarse en no empeorar. Al final debe poder decir: “No hemos perjudicado al país. No hemos hecho mal a nadie, ni hemos roto nada; mirad, entregamos el país más o menos aseado”. De este gobierno se guardará un grato recuerdo.
Diez. Jamás debe esperar uno que el gobierno sea mejor que él”.
Y pensé que así la lanzadera de Galdakao sería servicio y no pelea
No hay comentarios:
Publicar un comentario